El popular "Quijote"


COLECCIÓN LITERARIA N° 5

Obra Completa



R o s a l


ARNULFO MORENO RAVELO


(Poemario)

 

 LIMA - PERÚ


Primera Edición, 1967 - 40 págs.



Rosal, busca romper la tendencia poética tradicional de la expresión,
simplificando las ideas poéticas, en una expresión sugerente de contenidos significativosy creaciones interpretativas de la palabra..







     Lánguida rosaleda
díscolo anegado
hojarasca helada
fatuo inhibido.

 

     Dos de plumas blancas
  sin palomar
          con sus marfiles de aire
 miran el mar.

 

     Ternura fascinante de mi amor,
Eje candoroso de mis ojos,
Reina del alba y de mi corazón
Es tu presencia ¡hermosa flor!
Sustento de mi alma en mis abrojos
Aliento de vida eres tú en mi pasión.


     Esperanza y en canto del quien mira,
Satélite delicioso de perfumadas flores,
Perdurará en mi mente toda la vida...
Incólume estrella de mis amores,
Norte de mi destino será tu diadema
¡Oh! belleza, ¡Oh! linda, de éstos lares
Zarcillo de oro, cuerpo de plata,
Aquí té canto lo que siente mi corazón.



                        Lima, 26 de Octubre de 1962.

 


 

                               II



              Musa, inspiradora del alma,
Eter, diáfano del bello jardín
Ritmo de dioses es tu hermosura
Idolo caído del terso firmamento
Deleite de horizontes sin confín
Apasiona al corazón y el pensamiento.



              Haz de luz que mandó la aurora
Iluminando la faz de la tierra
Divisa tu fascinante mirada...
Ahí, en  los tiernos corazones
Lienzos verdes has tendido
Gemas de oro bruñido en la estela
Ofreces al orbe que te rodea. 



              ¡Jardín! de amores
Iris turbante del amanecer
Blonda rizada del alba
A sido tu presencia...
¡Jazmín tus labios!
perlas tus pupilas
continua en tu senda
y no olvides
¡Adiós!


 

                               III




              Infulas que del alba caíste
en perlas doradas del honor,
muriendo en nítida fuente
arranco las fibras de mi dolor.



              Eres rocío de la naturaleza
orleas en diáfanos pétalos la flor
vertiendo en cáliz de plata
avanzan tus pasos llenos de albor.



 

                                      IV

 


              He mirado las piedras
y en tono los hecho andar,
sobre una penumbra...
¡penumbra sin luz!... no puedo pasar.



              Deshoja el aire a la flor
nacido en mis huesos su raíz,
regado de sangre cayo al zanjón
en negros botones derrama el barniz
de blancos linos se trama el perdón.


 

                                V

 



              Idolo azul, horizonte celeste
diseña tu figura...!
en el cristal que besa tu frente,
y tu cuerpo de plata
admirará tu hermosura.



              Rosaditas son tus mejillas
¡Que bonito es tu color!
pudiera robar unas ramillas
de tu escondida flor... !



              La risa de tus labios
y tus dientes de marfil
brotaron en mi alma
un hermosos alhelí.



              En los flecos de tu cinta
la esmeralda se fue...
rompiendo la aurora
a tus pupilas llegó... !



              ¿Dónde ocupará su sitio este amor?
quiero verla y palparla
aún, mis brazos unen la distancia
con mí destrozado corazón
que dejó aquella ingrata...!

 



                                 VI



              Amplios horizontes
has abierto en mi alma,
donde murmulla el aire
de un recuerdo a seguir.

Ecos de cerros, sonidos de ríos
cruzan el valle del palomar,
aves que vuelan lejos, muy lejos...
sirenas que duermen sin despertar.

Prados que divisan, fuentes que nacen,
cumbres esmeraldadas sin par
aromas y mañanitas de sierra
un gran recuerdo van a dejar.

Cruzarán tus aires a los cuatro vientos,
tu paisaje causará inspiración
el poeta cantará tu belleza
que al turista presenta tu mansión.

 



                               VII



              Ríos bulliciosos
tus aguas van al mar
así, quisiera mi alma
contentarse con llorar.



              Esmeraldas son tus ojos,
lino de oro es tu albor
y el cristal de mis besos
es tu boquita de flor.



              La intensidad de mi amor
no encontrarás en ningún color
aún, tu corazón se abra al Sol
más, no brotará esa adorada flor.



              Florcita  matutina
con pistilo de oro
y pétalo natural
eres el tesoro
de aquel matorral.



              Que clavel, ni clavel
te visto en  mi mente,
en pañuelo blanco oropel
colgábase del Norte.

 



                               VIII

 



              Ya viene asomando la aurora
Ya mis pasos van a caminar
la hora se acerca...



              Una voz casi ahogada
entre sus mantos rompe a llorar.

 



                                IX

 



              Recuerdo, mis días que pasó.
Recuerdo los días que murieron
en la hoja y en la flor
del raudal de la pradera,
desbordaba la pasión
en burbujeada espuma del amor.




              Recuerdo aquellos lugares,
recuerdo los polvorientos caminos
que arrancan mis venas,
muriendo de la cumbre al valle
amortajan al pasado
un ingrato olvido...

 

 



              Recuerdo: el murmullo,
el susurro del viento,
el canto melodioso
de los pintorescos pájaros,
que en las copas de los árboles
estremecían las hojas en su canto.



              Recuerdo las noches de fiesta
parece que escucho la música,
las noches de cristal de luna
aguardan en ángulos obscuros
un inolvidable recuerdo del alma.

 



              Cuando recuerdo, camino sobre ellos
y solo me agoto con un suspiro.
Mi historia: blanca y negra
son verdes al olvido.
Naufragan frases por frases
al ondular sobre el tiempo.

                     

  Lima, Diciembre de  1962.

 


 

                               X

 



              ¡Cuál bella paloma!
de blanco cristal,
vi a tu figura atravesar
los alvéolos dorados
de aquél salón, en contraste fanal.

 

                              



                               XI

 



              Cual Cúpula de nieve
flotarás sobre el mar del rocío.
El ébano embalaje del tesoro
se oculta en las riberas del río,
esperando una mente sana
que sepa descubrirlo... !

 

 


                                XII

 



              ¿En dónde estas?...¿En dónde te encuentras?
¡Tal vez sobre las nieves!
disuelta en el dorado campo
pliegue incrustado en la vertiente
desafías al añoroso tiempo
dormitando a la plateada serpiente
arropas en las pampas del continente.

 



                               XIII

 



              Tú bebiste ese licor
fluido de la fuente angustiada,
perdido en tierra y cielo de amor
enloqueció la miel de tu boca.

El néctar de tu flor
rompió cadenas de presión,
del cielo desprendió un albor
cayendo en tu mano mi corazón.

 

 



                               XIV

 



              En tu perla una gota de roció
a flotado tranquilo en mi mano
y en tu seno mi retrato
se ha profundizado al olvido.



              Entre los años que alumbras
tienes la perla y el rubí,
y en el cáliz que guardas
cae un cielo de frenesí.



              Allá el horizonte
acobija el azulado mar
aquí, mi entorpecida mente
se desgarra del tanto amar... !

 



                               XV

 



              En el verdusco campo
donde las flores de muchos colores
crecen lozanas: de dos, en dos...
pero; no se quieren tanto
como nosotros los dos.



              Sí las palomas mensajeras
llevan sus blancas alas de amor
rasgando las nubes del azul
pues; la luz sin calor
traman desdichas sin tul.



              Mira, como viven los peces
en los remolinos del agua...
No te sorprendas: maldito ser
Ajústate a la vida
y sabrás amanecer...!

 



 

                               XVI

 



              En aquel día de blanca aurora
se tiñó mi mente en la bóveda,
mientras; en tu pecho la flor guardabas
brotaba en mi alma su rama.



              En el cáliz de plata
donde el polen cayó,
tus ojos purpurinos
a la flor los cogió...!

 

 



                               XVII

 



              ¡Oh! hermosa tarde de jueves
luces entre perlas de un recuerdo...!
pero; algo pasa... llora... ¿No se porque?
ocultas una tarde, de un día pasado...!



              Tus lágrimas acrisoladas
algo me quieren hablar...!
mirando a las hojas de tus ramas
sus troncos voy a besar.    

 

 



                               XVIII

 



              En aquella mañana de añil
a tu cabellera perfumaba el Sol;
tu hermosura quejábase al dormir
cuándo la tarde moría en su arrebol... !

 

 

                               XIX

 



              >La noche con su doliente paso
doblega el paisaje en su negrura
no quisiera, que tiña el alma su cielo
con el pincel de misteriosa tintura.



              En el confín del horizonte
entremese la dolorosa música.
El indio con su melancólica nota
parte el corazón del terso azul,
meciéndose en las alturas
su inocente, alborada túnica.

 

                              

                               XX

 



              Noche de luna, de claro cielo flotas
Noche, que recordando pasas.
Noche que de mar y tierra brotas
embrujando el perdido ceno de plata.



              Nítida bóveda de estrellas
divina campana de marfil
aureoladas cometas y ángeles bellas
derraman en el horizonte su añil.

 

 



                               XXI



              Aquel recuerdo
que por las cumbres bramó
no ha pasado al olvido.



              Lo siento
salir de lo profundo
con mi mano
digo: ..... ¡paciencia!
¡calla!
duerme otro tiempo más.



              Cuando levante la cortina
saldrás fresco, primaveral,
con un abrazo al cielo
besarás los cristales
rotas por el vendaval...

 



                               

                               XXII

 



              Cuando el Sol se baña
en las onduladas olas del mar;
las cumbres doradas del alma
son regadas de sangre sin cesar.....!

 



                                        XXIII

 



              Pobre paloma que llegó de sed
a beber en la fuente,
sin alas, sin aliento, a pie...



              Sin hojas tu corazón
cayó al girasol,
amortajando de sangre
al círculo cristal del Sol.



              Pobre paloma, tu alma murió
marchitada cayó a no volver...
las turquesas de la vida
se tiñen amargos de amanecer.

 

 

 



                               XXIV

 



              ¡Ay! paloma, paloma del jardín
en púrpuras flores te conocí,
recuerdo de tu casa el jazmín
cuya aroma no olvido de ti...!



              Recuerdo, el albor de tu presencia
tus ojos, tu boquita, tu gesto no olvido,
aún se vaya en años tu fragancia
pero, tu nombre... ¡Será mi alivio!



              Morirás en la mortaja de mis venas
sí, morirás cuando yo muera también,
bajo las coposas y soñolientas plantas.



              De las perlas de tu corazón
crecerán ramas y flores muy bonitas,
altas, muy altas, hasta la ilusión.

 

 



                                XXV

 



              Cuando me llames
en las turbias nieblas
del raudal refugio;
mirarás las púrpuras larvas
que bajo las secas hojas duermen.
                                        
Que otra hora despreciaste
con el mochuelo gesto
de tu mirada,
y moviendo tu silueta
seguirás el vano orgullo.



              Cuándo en espuma vuelva
caerá el negro cielo sin brillo;
que, con belleza vana Dios te premió
y con una riza luego te quitó...

 

                               

                               XXVI

 



              ¡Ay! aroma, aroma que aspiré
cuando pasé por  tu jardín,
que paraíso nos fue una vez
inolvidable beso dejó en ése alhelí.



              La aroma de ésa flor
llenó mis venas de sangre
palpitando mi amor
en tus ojos se apagó.

 

 

 

                               XXVII

 



              Ya las ninfas han muerto
en tempestuosas nubes
del tiempo, por el tiempo
gotearon en el recuerdo.



              Cuando yo veo una rosa
de pétalos marchitos sin color
recuerdo la presencia muerta
que secó en mis brazos su amor.

 

 

                               XXVIII

 



              Cuando la encarnada bóveda
se disuelva a mis vistas
veré el secreto que guarda
el universo de perlas.



              ¡Calla! no digas nada...
de lo que has leído en mi cara,
¡guardalos! con cautela
en la zanja de tu alma.

 

                               
                               XXIX

 



              La aroma de  la flor
el aire atrevido las llevó,
en marchitado color
en mustias cayó...!

 

                                XXX

 



              ¡Ay!... malvas de flores encarnadas
mira que te espera... ¡Tú no sabes!.
Cuando tus hojas y flores en mustias vuelvan
mirarás al cielo desnuda, y entonces;
quebrarás tu corazón en la penumbra...

 

 




Impreso terminado el 24 de Noviembre de 1967
Imprenta  de Arturo Andrade
Juan XXIII– 440– altos, 38
San Martín de Porras
Lima