Este poemario comprende todos los poemas escritos durante el transcurso del 13 de Noviembre de 1999, hasta el 10 de Abril del 2000; les he atribuido el título de “ALISO” en recuerdo a esos árboles que existe junto a la casa de campo de “Tapugón” del pueblo de Tauca, que me brindó su fresca sombra, con la ternura inolvidable de naturaleza andina.
Mi poesía les llevará a respirar aires de las más lejanas orillas del campo, con requiebros de una perceptiva de
realidad. Vivir su polivalente significado, capaz de reproducir e integrar el registro de hechos y el arrastre de la
sensibilidad humana del recuerdo.
Limitándose las emociones intelectuales a plasmarse dentro de un mismo plano escénico, lindando con los bordes de la
realidad y de la idea; dejando en libertad a cada lector, para que idealice la profundidad del diseño con su propio
universo, y poder satisfacer la comprensión de su aspecto ideal poético.
ALISO UNO
Se abrillanta el suelo de sombra
borrando huellas de la noche,
la madrugada derramando aurora
sobre las azucenas del horizonte.
La frescura de blanco olor
ventilan mañanas de nardos,
y los azulados lirios de corazón
acarician húmedos cabellos arados.
Sonrosada mañana de fiesta
palpitante corazón de otoño,
vereda blanca de agua caída
entre rojizas dalias de ensueño.
Con luna encendida de blanco
las naranjas se pintan de mañana,
abriendo los surcos del huerto
la siembra de violeta se levanta.
Tintura de flor en la espesura
abre el cielo de amanecer,
redonda claridad sonrojada
llena la vida del vano querer.
Lima, 13, de Noviembre de 1999.
ALISO DOS.
Se ha retrasado la mañana
riendo la espera se derriba,
como pupila arrinconada
el cielo desesperado de quiebra.
Extraigo el agua de la posa
con tantas estrellas mezcladas,
dulcemente de rosas pasa
cual viento de lilas llenadas.
La luz va derramando
el tinte de rojas flores,
por el campo oscuro y tierno
se va regando mis amores.
En el quicio me extiendo
mezclado de fantasía rosa,
con mi sueño entorpecido
cimbrea el cristal de la hora.
Manaba un aliento de cedrón
envuelto de gusto de pan,
cocinada alegría de corazón
con esperada fragancia de hogar.
Lima, 13 de Noviembre de 1999.
ALISO TRES
El día lleva su crepúsculo
como una manta de luna,
de cielo azul cándido
se queda a orillas de la nada.
Sacudiendo la blancura
van camino al cielo,
dejando la tierra envejecida
el horizonte duerme en silencio.
Pajonal soleado por la tarde
engordada de sol claro el día,
escarchada de oro verde
queda espumeante descolorida.
Tantas palabras van lejos
lejos, tan lejos de la cuadra
que todos guardan la distancia
coloreada de negra plata.
Cuando las lluvias veteadas
hacían ríos de nubes blancas,
las bajadas huían desnudas
como aguas de nieves saladas.
Lo verbal se asemeja
a una guitarra rasguñada,
y tu gesto de naranja
a la retrasada madrugada.
Lima, 14 de Noviembre de 1999.
ALISO CUATRO
Luna del hogar
pobre y apocada,
malvas de colgar
vacía de tarde alejada.
Remotamente de sonido
en sonrisa de rosal oscura,
caído lento y silenciado
noche tímida arrinconada.
La noche entrada
salida de despido,
humo de granizada
cansado humedecido.
Oreada la noche
sin color ni cielo,
curvada sin norte
tristeza de hielo.
Hueco hecho mudo
al centro de la noche,
el tiempo derribado
prendido queda del broche.
Brisa fresca salada
ausente del día,
orilla escondida
sombra plomiza caída.
Lima, 21 de Noviembre de 1999.
ALISO CINCO
El mar entre mañanas
recoge sus tardes violetas,
reflejos de todas las estrellas
pintadas espinas amarillentas.
Abierta de alegría rosa
tejida rama del viento,
ala anclada de mariposa
va girando todo el puerto.
Espejo de sol y luna
olas andadas de oro y plata,
mirada vacía y lejana
soleada pendiente de rama.
Voladas de gaviota blanca
tras de la isla amarillenta,
una voz débil y resecada
se acerca casi estrellada.
ALISO SEIS
Sumida en el fango
la belleza se aprieta,
crepuscular encargo
de agua azul opuesta.
Con pintura desarmada
del cielo espinas quemadas,
rodando rojiza granada
hasta el final de las cuadras.
Descendía sosegado sol
hambriento de playa,
la tierra brotada en flor
ardorosa traza su raya.
Endulzada tarde
rosa blanca de agua,
arrancada de almanaque
crespón caída azulada.
ALISO SIETE
¡Mira!, el viento tan directo
cuerpo entero apunta al norte,
tantas tramitas de encuentro
verdad desnuda sin quererte.
El sol doraba sombras de plantas
despintada reflejaba sin rojizo,
golpe seco de abiertas puertas
crispada el cielo enrojecido.
Húmeda y ancha mirada
cielo parcialmente nublado,
entre árboles de la nada
camina de color callado.
Primavera con latido
belleza aguda y eterna,
ruído amarillento pardo
flor en neblina perdida.
ALISO OCHO
Con el corazón llenada de sol
había alegría en todas partes,
redondeles violetas de amor
recorrían el mundo de espaldas.
De seda rosa nace el aire
paternales brazos se entrecruzan,
sumergidos en una mirada se ríe
arrojados al tiempo se desplazan.
El día atoldada y envejecida
pesada como toda plomada,
encanecida de agua olvidada
quedaba tan lejos de ser amada.
Como un espeso perfume de ropa
entornaba un beso enloquecido,
estampada de tarde escarlata
escarpado cansancio desprendido.
Desvanecida en una ligera caricia
la claridad empuñada dolorida,
agarrada del mundo sorda vida
arde la penumbra dura y disecada.
ALISO NUEVE
Luz sin fondo callada
posada al extremo norte,
reflejo caída estropeada
atravesado amor del puente.
La claridad menguada
luz plateada de luna,
dulcemente tendida en la lomada
mientras la noche se despierta.
Contra risa de placer
envuelta de sol entra,
por altura del que hacer
estrellada postura queda.
Desperdigar rosas en la razón
es teñir ramajes en el firmamento,
de carmesí pintada el corazón
es mirada del vacío tormento.
Cosquillas de la broma
razonable desnudamiento,
sacudida apuntalada
en puñado de pensamiento.
ALISO DIEZ
El silencio trazado a distancia
se abre el campo en sonrisas,
y en cada círculo de mañana
jóvenes claridades sobre las rosas.
Las vertientes mal abiertas al sol
pintadas de tierra se arrodilla,
y en el redondeado reposo voy
como algo que gira olor arcilla.
Las paredes plegadas de frío
giran en el eje del encanto,
y dolidos los causes del río
cambian de brisas en el canto.
Sinfonía nocturna a un lado
principio apresado de masa,
y un rastrero de sol escondido
posa abierta de luna en la ventana.
Sudoroso paso del soplo
cálida caricia de sueño,
y de gesto enfilado templo
cierro las horas de fin de año.
Lima, 30 de Noviembre de 1999.
ALISO ONCE
El sol disolvíase entre las piedras
tiñéndose de primoroso amarillo,
campo verde de mañanas pintadas
en una fina melodía de pajarillo.
Diluida el azul del cielo
corrían entre las plantas,
escabulléndose entre el río
se entrelazaba el sabor acuestas.
Pedrizas y cortinajes a la vista
los vientos aparecían en las esquinas,
los campos retronaban de plata
moradas las tardes se extinguían.
Las primeras horas de la mañana
entregados a sus placeres de colores,
de aurora deshojada de ternura
acariciaba aberturas terrosas en dolores.
El llamado del dedo de la noche
en baja puerta sucia y abierta,
sabor de palabra color leche
alegre silbatina casi ya llega tuerta.
ALISO DOCE
Flácidas cuñas bañadas en grito
pasean la vista por brazos mudos,
enterrados en aire puro de granito
los pálpitos vidriosos casi redondos.
Licuada como extracto de fruta
retorcida como ojo de animal,
frontispicio vaciada de pintura
engordada de nube horizontal.
Salóbrego mordisco de lágrima
sin dolor ni palabra de llanto,
transpuso nubosidad de luna
desde los geranios cogieron vuelto.
La penumbra dura y sólida
solía cosquillear el diente,
una sonrisa de media sombra
quedaba desfallecida sobre el puente.
ALISO TRECE
Agilmente de aurora
pintó el azul cielo,
por rendija de la puerta
trazó línea de oro suelo.
La luz en equis atraviesa
atraviesa la claridad,
enjugando la frente rosa
se ahonda en espiral.
Verdosas pupilas de fresas
abrazadas de la vertical enagua,
geminadas en tantas rosas
abundancia caída sobre el agua.
Fatigado corazón
en segundos se controla,
elástica palpitación
en respiración colgada.
ALISO CATORCE
La luna saltada desde el árbol
arrojando la sombra a un lado,
buscando su imagen en lo más alto
retrocedía a pasos redondeando.
De la espinada rama de rosa
una hoja gritaba iracunda,
viento disuelta en la hora
rayaba de naranja la altura.
Los girasoles iban apareciendo
una en una dentro de la soledad,
la fresca aurora del campaneado
pintaba de ventana la eternidad.
La sombra apoderada del silencio
quedaba duplicada de entrada,
sueño enflorecido llenaba de vacío
cual un abrir y cerrar de luz inclinada.
ALISO QUINCE
Diluida la noche entre sombras
negras, tan negras como la noche,
almidonado silencio en las horas
traídas subterráneas sin reborde.
Metido en medio del silencio
discurría la lluvia encarnada,
cuanto más caían al abismo
más cerca percibía la cargada.
Sueño evadido hacia fuera
mirada negruzca dormida,
como si el mundo muriera
aprisionada voz dolorida.
Entre brumas oscurecidas
medio vivo o medio muerto,
siempre buscando el puerto
de alejadas plantas amanecidas.
El día hundido en blancos ojos
nacida de espiral buscada,
horizontalmente desde lejos
los párpados de vida cerrada.
ALISO DIECISEIS
Caminos desamparados
multiplicados noche y día,
contrasentido de cuadrados
en una soledad fenecida.
Pasto seco del corral
hilvanaban alegría del ayer,
en un hilo de luz vertical
comisuras sonrisillas del quehacer.
Pasé por altura de tu pecho
una flor nacida adherida al suelo,
insuflando corazonadas de trecho
exhalaba calor encendido del fuego.
Al secreto central del cielo
entrada del aire desde abajo,
espinado suspiro de hielo
a flor de agua, gusto viejo.
Vítrea coloreada sustancia
sobrenadada en olas de cristal,
fundida violeta a la distancia
desesperada del sabor vertical.
ALISO DIECISIETE
Cuantas palpitaciones bajo suelo
ensordecida como del corazón,
por la ventana del sol encendido
se adentra en los ojos de la razón.
Untando la claridad verdosa
trepaban las ramas hacia arriba,
raspando el pedregal pregona
un fino reflejo que asustado mira.
Un puñado de esperanza
derramada sobre los cristales,
cortando el vacío de ventana
desviada lluvia cura sus males.
Beber el fondo de la represa
es sacar la luz del encanto,
el deseo envuelta de rosa
va reflejando de encuentro.
Lima, 10 de Diciembre de 1999.
ALISO DIECIOCHO
Arrumada fría vegetación
hastiada bebe del auroral,
nubarrones de lila estación
riegan el suelo primaveral.
Al subsuelo hundió el río
como rodado sabor de lejos,
renegando del mundo sufrido
van quedando apoyado los siglos.
Cuántos pétalos caídos del alba
sobre los surcos quedaban,
de bocas echadas en la nada
las lluvias de plata mojaban.
En esferas de la tormenta
un dorado espejo se inclina,
un firmamento sabor a menta
vestido blanco a media luna.
ALISO DIECINUEVE
Con muchos dedos
cogí las rosas,
porque mis deseos
fueron tantos, tantos,
tiempo no tuvieron
para enfardarse,
eran recipiente
lleno de promesas.
Rosada alcalina
ligeramente caída,
derramaba inteligencia
de clareado amanecer,
de todas partes la salida
cual montonal paciencia,
sobre un sonido recogido
del vertiginoso clarecer del día.
Licuando los días
en gratísimo momento,
dando giros al reverso
de poquísima dulzura,
con un ácido caminar
en trastocado encuentro,
tímidamente deslizada
entre el sol y la luna.
Tiempo transparente
finalizada primavera,
en delicadícimas horas
de vidrios quebradizos,
en un mes de Setiembre
de un acento en primera,
uniendo mundo y alma
en caminos de espera.
Lima, 19 de Diciembre de 1999.
ALISO VEINTE
Minutos verticales desaparecidos
rasgados en rojizas medias horas,
los veranos tuertos sobre tendidos
en una fina tarde de tantas vueltas.
Arrastrando caídas abiertas
olvidados retrocedidos dolores,
un jarabe de piano a cuestas
lleva siempre ocultos sabores.
Sonora integridad del campo
mirada gris del firmamento,
voz objetiva del callado cuerpo
se adentra hundiendo el momento.
Insípidos paseos de las tardes
desagradablemente colgada de palabra,
trotando azules ronzales celestiales
densamente parte la negruzca cuadra.
Se hundía hacia adentro del mar
tendido y lloriqueando la playa,
todo blando oliendo a sabor de sal
quedaba escondida tras la luz de orilla.
Lima, 20 de Diciembre de 1999.
ALISO VEINTIUNO
A lo lejos venía el color verde invierno
dentro de una claridad polvorienta,
introduciéndose la tierra al contrario
como una hoja de papel amarillenta.
De un color rojo muerto
tiznábase parte del cielo,
destrizándose en el puerto
como una ilusión de hielo.
Por las tantas curvadas ideas
han transitado mis pensamientos,
perdidas en las inmensas hoyadas
van danzando sobre los muertos.
En recostada serenata
de tierra bien tallada,
cual tranquila esmeralda
erguida camina callada.
ALISO VEINTIDOS
Los éxitos rojizos del verano
ascendían cual una escalera,
la profundidad del océano
en espiraldada hueca voz llora.
Se dibujaba una alegría
desde el aire derribada,
y en la vertiente del día
siempre arriba colgada.
Calmado gesto de sonrisa
por el pasaje se escondía,
titilando luz de cobardía
entre las nubes va de guía.
La exigencia de claridad
envuelta de hoja y campo,
amarillo pasa la eternidad
partido queda el pasado.
Con la intención glacial
la risa se desmorona,
tibios cristales de forestal
reflejan la luz lejana.
Lima, 01 de Enero del 2000.
ALISO VEINTITRES
De cielo azul cobalto
abrigaba la esperanza,
sonrosado puño abierto
verde plateada la mañana.
Tul de color jabón lavado
sobre una tierra anémica,
abro flores de precio vendido
cual verde pardo de agua perdida.
Intentaba quedarse de blanco
inclinada de azul caída,
aire soñado en recostado fondo
aspecto triste en desolada salida.
El sol ha impreso su calor
sobre el tramado de las siembras,
su divertido vuelo de cantor
deja sus estrofas de aguas enteras.
ALISO VEINTICUATRO
Colores cálidos del día
frente a cotidianos paisajes,
mullidas interiormente de alegría
te vuelves tersa de mensajes.
Contemplar arena de playa
abierta al fondo del frontal,
la vista del paisaje se calienta
como sabor de verano familiar.
Concentrada de amor terraza
a doble altura va el frente,
color de mar pintada la casa
junto a los pórticos del saliente.
Directo sol vespertino del mar
ventana calurosa de malva,
muchas horas colgadas del lugar
a la distancia una sola mirada.
Lima, 05 de Enero de 2000.
ALISO VEINTICINCO
De azul pálido de invierno
de poco viento se esconde lejos,
y de roble oscuro tormento
las horas del recuerdo mueren quietos.
De verde botella la ventana
de sol apagada la tarde,
caída toda sobre la playa
comenzó a secarse en el borde.
Como esperanza del cuento
la nube juega sola del azar,
leve caricia florecía del viento
sobre aquél momento sin pensar.
Vibrando el alma en la brisa
como mandato forzado destino,
el polen de su efecto crecía
como el reseco cauce del río.
Bajo el cielo sin latido
lejos, tan lejos de primavera,
bajo estéril sombreado escondido
mirando rocíos por vez primera.
Enamorado de alturas ramas
muda satisfacción del alma,
llorando su frialdad las aguas
enflaquecidas se levantan sin calma.
Lima, 11 de Enero del 2000.
ALISO VEINTISEIS
La claridad de luna
como un simple beso
derramado en el aire,
queda sostenido vaso
escurriendo su donaire.
Había un silencio quebrado
escondido en las afueras,
el quién miró ayer parado
hoy muge encorvado de rodillas
afligido y desconsolado.
Una lástima arrancada
de respiración acortada,
va asegurando la mirada
con fino deseo de aurora
sobre una arruga estirada.
Recalar resecado afecto
es horadar con fuerza el tiempo,
páginas calcinadas al rojo
van telúricos trazos cubriendo
cual aliento incierto y cojo.
Densa neblina
perfil del tiempo,
solitaria se adentra
estruendoso trueno
resbalada de la cuerda.
Lima 14 de Enero del 2000.
ALISO VEINTISIETE
Campo, campo verde
parece bastante fatigado,
ya dos veces tarde
de ojo azul preocupado.
Bajo la acuarela
de tantas oscuridades,
pastel blanco levantada
deseos de tantas felicidades.
Sueño inigualable
descansado rebanado,
una suerte envidiable
cariñoso redondeado.
Llovía hacía arriba
enfriando la vida,
seca toda y arrimada
inspirando la nada.
En alargadas canteras
busco sedienta mirada,
ansiadas ilusiones empeñadas
dejan la adversidad tirada.
Lima, 16 de Enero del 2000.
ALISO VEINTIOCHO
Luminaria pura
desbordado beso de miel,
sostenida en simple rosa
difunde su agreste piel.
Tantas horas escarbadas
de sol apagado,
los árboles van
en retroceso de ramas,
por el remanso agitado
doliendo a lejos
las redondas heridas.
Desplazado a un lado
ligeramente quieto
de cristales perdidos,
desmesuradamente
airosos despedidos,
la suficiente
belleza de a dos
partidos...
>ALISO VEINTINUEVE
Has llegado hasta la orilla
del empinado deseo,
metido en negro atolladero
seguiste camino de la tarde,
volteando todo el pensamiento
en una frágil noche de tormento.
Cruzando el río mi caricia
se va cuadrando de pasado,
dejando la media mañana
casi para llegar a la malicia,
reventándose cerca a la nada
como inclinándose de testigo.
Gorgoteando las burbujas
a trás se queda dormida,
pisando de prisa los días
se van amontonando las orillas,
huérfanas muy mordidas
como un trozo de agua endurecida.
Tieso la pedrada tirada
el aire a un costado se inclina,
bien angosta la pálida cara
apretada de nube desprevenida,
afuera se queda desesperada
como una vasija desbordada.
Oscuro como un túnel
soltada de hombros caminar la noche,
pero no avanza el pobre animal
débilmente sin pierna ni ubre,
se va quedando colgado del frontal
como un largo camino sin andar.
Dispuesto a secar pensamientos
sostenida del cielo a orillas del ayer,
metida una lágrima chorreada
perdida en el agua del amanecer,
taladrados agujeros de los vientos
se van quedando siempre doblada.
La frialdad de la noche
desvelada del tiempo cansado,
buscando el desesperado coche
para sentir su calor callado,
cubriendo la tierra quemada
como suplicante campanada.
El susto se lleva todo
hasta la entrada en la nube,
nada detiene al tiempo
mojándose se sacude,
en tantas miradas de colores
perdiéndose en los valles azules.
Lima, 3 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTA
Se ha sacudido el cielo
y ha dejado caer sus rocíos,
en una mañana de frío
retrasada al otro lado mirando.
Manta abanicada de alba
abrigan los golondrinos,
los sombríos pierde altura
buscando vuelos mojados.
Las estrellas se hacen manzanas
y el sol apagado sobre las aldeas,
en las puntas de las hojas canas
caminan hacia arriba todas ideas.
Zigzagueando los rayos
se desnudan de blanco,
y una luz enojada de hoyos
rayaba la pared sentado.
Restregando el aire en el suelo
sin conocer su alcance quieto,
negro nublado sin consuelo
como párpados cerrados al cuento.
De mal genio opuesto
juzgan las horas pasadas,
matábamos allá el puerto
en la punta de voces manchadas.
Encendida la oscuridad
como algo que era ajeno,
amanecido trizado cristal
como sonido de poco talento.
Alegría aguantada
lloroso escarbado,
se exprimía el alba
como pañuelo enjuagado.
De mis manos se escaparon
un puñado de colores morados,
a un extremo se colgaron
cual caminos recién regados.
Lima, 04 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTIUNO
Muerta de alegría la pera
en el cogollo de toda la vida,
dulces labios de cera
con cabellera de luz prendida
A florecillas del gusto tocaba
como una flor del cielo apagado,
llenada poesía de sangre y agua
moría la tarde retrocediendo.
De elegancia descuidada
sin causa cae de rosa,
sobre un montón sin alma
coge su camino y se cansa.
Los giros rebuscados de flor
vestidos de momentos se aprietan,
como rayos en la mano sin calor
adelgazados a cuestas se van.
De amarillo viejo goteaba
por encima de ojos de rubí,
y desde el azul se exprimía
perdida emoción de siempre si.
El rebuscamiento entre la tierra
es como madejas de luz,
la originalidad dentro de piedra
teñidos en colores sin ningún tul.
Confusamente diluida va
vagando sin norte sin razón,
claridad quisiera alcanzar
como dos ciruelos de corazón.
Se ha germinado una idea
entre dos caminos encontrados,
conservando la muerta aldea
todos quedan sanos enterrados.
Lima, 04 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTIDOS
Suficiente sabor de tierra
satisface la ambigüedad,
que simplemente se coloca
imprecisiones de claridad.
Que fina sensibilidad de luz
nos brinda su antojo traída,
esa aguda sinceridad en cruz
cubre un poco de luna ya caída.
Como franjas de colores
se extienden por el cielo,
a cada lado de los corazones
la flor llega al borde del recelo.
Cerca a la ribera se amontona
en frágil cristal de sus aguas,
como blanco reflejo de la puna
en quebradizo pensamiento de algunas.
Lima, 05 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTITRES
El que satisface la sed
y el que inspira frescura,
ausente se encuentra del ser
muriendo de tanta altura.
Refinada alegría
disuelta festiva,
es familiar del día
como rosa extendida.
Es posible que sintamos
formar parte de la vida,
la realidad es de todos
pero, la memoria es única.
Comprensivo personaje
retroceder al vanidoso,
precisarlas cordialmente
no abren paso al rencoroso.
Lima, 06 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTICUATRO
Descansada muda simbólica
trepan las horas derramadas,
como una fuerza blanca
que pretende a todas amarlas.
Rumorosa vaguedad caída
en leve cuento de la orilla,
una sombra tan estreñida
escondida en fresca rama orina.
En aire tibio de brisa
husmeando cruza la playa,
ágilmente el calor pasa
como blanda arena queda.
Respiración tolerante desnuda
esfuerzos agotados y menudos,
tranquilamente recostado para arriba
el mundo a los cielos enclavados.
En caravana de colores
cargados remotos recuerdos,
besando orillas de dolores
los veranos quedan quemados.
Caldeada playa borrosa
pasos hundidos de arena,
de sol dominguero la costa
zozobrando de mar queda.
El mar de apacible azul
introducido al paisaje del puerto,
como ola reventada de rencor
extendida queda encargada al tiempo.
Lima, 08 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTICINCO
Siento el sosiego del camino
no muy lejos ensombrecido,
mientras recién duerme el regreso
el viento y el cielo se han detenido.
El polvo llora en tus ojos
como la oquedad desaparecida,
y al costado se hunde lo lejos
como gota de llanto, ya perdida.
La amarillenta nada, ya salida
como una estrellada mirada,
miedosamente mitad del día
se saca la luz de la enorme herida.
Vivencia dura y redondeada
calentada en el seno del aire,
media aliviada y adormecida
extraviada y olvidada sola sonríe.
Hebra de luz pausada
revolcada claridad de rosa,
enganchada del tiempo en prosa
se ausenta de una en una la hora.
Todos fueron haciéndose más largos
hasta las riberas se amanecían,
amanecían tan, tan apurados
tropezando la oscuridad se reían.
El cielo encuadrado de gris
escondido tras del humo blanco,
dibujado en su propio tapiz
el sol se ve muy pronto aplastado.
El descanso también esperaba
le sobraba un poco de alegría,
las lágrimas solas regresaban
por el mismo vestigio del día.
Cansados de la pesada vida
quietos brillaban la prisa,
recogiendo ninfa partida
la claridad llevaba y traía.
Desperdigadas las estrellas
como cien corazones divididas,
de una a una desplomadas
sobre las aguas quedaban dormidas.
Las espinas de lozanos pencales
ribeteados de hilos blancos colgados,
como la luz derramada desde arriba
se adentraba más hacia la leve sombra.
Lima, 09 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTISÉIS
Se deslizó el grito en el viento
después de un rato vino el ruído,
medio redondo se fue crecido
hasta llegar al cielo torcido.
Tieso la línea blanca
de aguas muy crecidas,
junto a la vereda callada
las rosas llegan deshojadas.
El mediodía atrapado
salía sordo por debajo,
el remolino giraba parado
agujereado desde más abajo.
La luna de cuerpo echada
como cristal bien refinada,
y la oscuridad trajinada
boca abajo se queda dorada.
Agazapado el día llorando
entre las piedras miraba,
enrojecido traje desvelado
como recuerdo pasado resoplaba.
Lima, 12 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTISIETE
Sobre esa redonda esperanza
de tantos rastros acumulados,
cerca al sol del alma desesperada
se levantaba dormida y callada.
Por la entrada del alba
muchas mañanas se escapan,
atados en el deseo de aurora
los días como dados ruedan.
De medianoche tendida
sobre el miedo perseguido,
una voz hueca y olvidada
al costado del camino va caído.
Arañando todo lo deseado
voy rascando el aire crudo,
las tardes sin ningún descanso
se van consumiendo en un nudo.
De rato en rato escarbando
adentro sentía sus mañanas,
y al otro extremo esperando
salieran de media luna envueltas.
La mañana está por salir
la humedecida niebla disuelta,
disuelta en el camino por venir
buscando la salida despierta.
Las hebras coloreadas del cielo
mustios caídos encima del tiempo,
se levantan de un extremo del seno
y luego dormitan mirando al firmamento.
Lima, 13 de febrero de 2000.
ALISO TREINTIOCHO
Al cruzar todos los caminos
se hirieron los pies del alba,
los más lejanos todos partidos
se van quedando sobre el alma.
Allá metida el rocío
lejos de la viscosa puerta,
tropezando se interna el río
en la rajadura de la cuesta.
Callada sonrisa de viento
clavada de pies sobre la arena,
lleno de sol, temprano vuelto
se arruma desbocada hacía la luna.
Inicio el principio y pienso
en la quemadura de la noche,
aguardando distante regreso
reconozco en alto usado broche.
No pospongo mi llegada
en los folios del recuerdo,
tampoco se cura la llaga
con el encuentro del tiempo.
Lima, 14 de Febrero del 2000.
ALISO TREINTINUEVE
Tantos árboles de almas verdes
cual hierba olorosa de mayo,
la paz dormitaba en las tardes
como rosas de blanco y de pelo bayo.
Abrí mi corazón de placer
junto a los gradientes de la sierra,
y los aires volando de amanecer
se dan contra los cristales de la tierra.
Todos siguen abriendo surcos
en los campos retorcidos de plata,
bajo un sombrío de amarillentos nudos
enamoradamente emerge la tierra.
Mezclada de luna brisa
avista del aire encajonado,
en roca sedimentaria trina
cada vez más se van quedando.
De un rojizo veteado amarillo
a lo lejos el cielo va terminando,
sobre moteada naturaleza amartillo
se adentra en forma de río derramado.
Lima, 15 de febrero del 2000.
ALISO CUARENTA
Cuantas noches oyeron los pasos
todos con miradas para arriba,
trepados los días para caer después
al final de cada noche de vida.
De orilla a orilla caminamos
esperando el sueño de hablar,
descansando versos perdidos
como quién se reserva de gritar.
Ascendida allá en los vientos
nadie espera su regreso,
tarde sesgado de tormentos
quedan llorando su retroceso.
De palabra derribada
inclinada se quedó,
abrazada en el alba
la mañana se abrió.
Besada orilla de rama
con blanca amistad,
la luna queda sentada
en espera de felicidad.
Llorar de rosa azul
y aposentar la lluvia,
el viento hacia el sur
se va de plata vestida.
Lima, 17 de Febrero del 2000.
ALISO CUARENTIUNO
De flores tempranas
y esmeraldas escondidas,
de violáceas aguas
en nacaradas cristalinas.
Vuelve tu sombra de rama
y el gentilismo sabor de fruta,
cual voz plantada en la nada
de acrisolada vista ya madura.
Desvanecida de altura
y con aliento deslucida,
aún inclinada triunfa
bordeando plateada luna.
Dibujando una caricia
en la descolgada tarde,
cálida temporada alegría
cual desborde de vida arde.
ALISO CUARENTIDOS
Han llorado a raudales
como lloran los árboles,
desprendidas de sus ramales
quedan agotadas de colores.
Altipampas laterales sonrisas
térreos parajes encendidos,
desde abajo acrisoladas tiradas
reflejan antracitos quemados.
Dúctil y acomodadizo a todo
como tirarse sobre rayos solares,
fondo abierto de hoyo tendido
soñolientas vistas de hogares.
He ascendido las nubes
en busca de coger su orilla,
atormentadas de tantas luces
pintaron de dulce manzanilla.
He traspasado lo altoandino
de corazón frío guardado,
y he retrocedido lo venido
como hojas volando al pasado.
Lima, 18 de Febrero del 2000.
ALISO CUARENTITRES
Echarse bajo rayos de luna
a boca abierta de hoyada,
y abrazar el infinito de cuna
como rosas de vida descansada.
Tamaño de corazón he dado
y a mitad de cuesta ha quedado,
torcido de añil desesperado
al hueco destapado ha llegado.
Con las hojas tiradas
asomándose hacia el camino,
correteando aves arrojadas
se quedo el tiznado peregrino.
El aire hacia los rosales
deslizada al orbe de la fe,
prendidas entre matorrales
se queda el color de café .
Cerca los pantanos oscuros
dejándose arrimar al viento,
los promontorios descolgados
en la profundidad del tormento.
La esperanza callada
despeñada de hombros,
alumbrado de sol calmada
se abrieron bosques negros.
De caricia abierta
revolotea la tierra,
escondida de violeta
a orilla de gota hundida.
Lima, 19 de Febrero del 2000.
ALISO CUARENTICUATRO
Agria cáscara de memoria
depositada al calor del día,
desdibujado verdor de campo
tejiéndose en azul distancia,
va ocultando lo desconocido
en difusa alejada disonancia.
Las asperezas del viento
son estivales del invierno,
cual desbande alongada
se desliza su alojamiento
por el camino del alba.
Lluvias entrelazadas de flor
semipenumbras de corazón,
perfumadas de tanto sabor
en luminosas gotas de razón.
Quietud de tanta arboleda
gemido amoroso de vida,
desmayada lumbre agotada
en la mejilla alomada del día.
Lima 21 de Marzo del 2000.
ALISO CUARENTICINCO
Bajo la sombra de la palabra
dormitaba el azulado paisaje,
la desnudez alojada en la tarde
iba hilvanando recodos de cuadra.
A la distancia de la memoria
una mirada hecha niebla,
dibujaba delicada alegría
como la propia escapada.
Derramándose sobre el río
despedazadas calmas,
en la noche de tanto frío
gruesos vuelos de palomas.
De luna acariciada el latido
derrumbada prisma rosada,
coloreado de venado arisco
entre lozana altura va alejada.
Sauces de limón amarillo
abiertas ventanas del otoño,
columbrando alejado lomillo
de verde campo va tras del año.
Lima, 22 de Febrero del 2000.
ALISO CUARENTISEIS
El día luce despejado
como un límpido cristal,
brisas virgilianas de morado
levemente agotadas de amar.
Deslíase el coloreado del cielo
y en ágil turquesa se derramen,
en un cordial sinuoso deshielo
sobre las plantas lejanas se amen.
Vagamente hacia lo profundo
buscando recuerdos del tiempo,
de noble tonalidad enverdecido
en un pálido tostado enrojecido.
En simpatías otoñales balbucen
como espontáneas líneas cortadas,
en fluida devoción se esparcen
inspiradas en las bayaderas horas.
El aire de versos imposibles
como un paréntesis no aceptado,
de simbolismos nunca pensables
se disuelven en verde recostado.
De enérgica fisonomía del sol
visiblemente caída sobre el mundo,
entusiasmado humeante sin dolor
los campos quedan al eterno mirando.
De suave resignación de viento
labios entre mezclados de fuera,
me revuelvo cambiando el aposento
y elogio a la plenitud que redondea.
Y las horas habían volado
como alamedas blancas de aurora,
en arborescente imagen callado
de pulcra elegancia lila se oculta.
En variados estilos de formas
abren los vestíbulos del corazón,
los jardines a las brisas vespertinas
como lujosas olas de plata de amor.
Lima, 29 de Febrero del 2000.
ALISO CUARENTISIETE
Viejos troncos descansan
ásperas neblinas pasan,
gruesos ruidos retumban
y sobre el horizonte rozan.
La obscuridad toda
metida debajo del cielo,
las tinieblas corren a medida
de frío en frío como duro hielo.
Frondoso jardín del recojo
rodeado de estrecha negrura,
y a traviesa ceguera del ojo
sobre el camino duerme segura.
Cuántas gotas caídas del destino
de enormes corpulentos pasos,
menudos descompasados sin tino
como distantes viajes en retrocesos.
Al fondo un grito de fuego
perfora la atmósfera venidera,
ramajes vestidos de lino cuento
regresa escondido, de donde viniera.
Lima, 18 de Marzo del 2000.
ALISO CUARENTIOCHO
Extiéndeme esa mirada
de oro y plata,
que bruñe la naturaleza
de sol y agua.
Se avejentan las sonrisas
y se remueven las ideas,
las horas semi dormidas
caminan sin encuentro doloridas.
El inmensamente prado
se ha extendido al infinito,
cielo radiante azul cansado
se pierde en silencio extendido.
De fina pincelada añil
y tenue invisible ardoroso,
escalando tu poco perfil
se ha inclinado primoroso.
ALISO CUARENTINUEVE
El sol como un polvo de oro
pincelaba las cuestas del cielo,
mas el canto del verdoso loro
abrían las ventanas del viejo anhelo.
Una penumbra menos alta
se escondía bajo el sol,
y junto a la claridad media rota
atravesaba brillante hierba de color.
Oblicuos agujeros del día
llenos de verdes remolinos,
por encima de la loma salía
las enredaderas secas de ruidos.
Escarbo el agua y busco la ribera
luego trepo la cerca pegada a la orilla,
mojada de sol vas de tras llenada
de vientre maltratada y amarilla.
ALISO CINCUENTA
Se entrerojeció la hierba
y de la zanja salió el ruido,
entre mecido de la misma curva
asomado de enredaderas fue traído
y hacia la distancia se quedó de alba.
Hierba mojada de ventana
no ha empezado a reírse,
el silencio va en picada
de blanca ternura acaba de irse
dejando la poca brisa descuadernada.
Abierta toda la santa noche
cansada la cuesta desciende,
hundiéndose la hora de frente
en manto negruzco se desprende
hacia un lado del anaranjado occidente.
De callado ramal de luna
en claro entrante de líneas sale,
una entrada de gustosa mañana
besa el cielo azul rosa que se abre
como gota violeta cristal de la nada.
Verdecer de bosques la lejanía
sembrando el espacio de esperanza,
una voz enclavada de alegría
se desparrama sobre una franja
inclinada en la falda del día.
ALISO CINCUENTIUNO
Descalzada alborada
viene de sol y de plata,
de aire cristalizada
como madura palta.
La blancura del vuelo
va alfombrando el terreno,
desmayada del duelo
desangrada va quedando.
De otoño recién asomada
inducida a la despedida,
como fruto con espina
guardan al sol de la mañana.
Fantasías aéreas de broma
consuelo de las distancias,
ironía fina de simple coma
trayecto único de gracias.
Redimiento disimulado de algo
página saliente del margen,
va enterrando todo lo amargo
y quebrantado de espalda rompen.
Contrahechas diferencias
adentradas en la atmósfera,
como cuadradas caricias
que cada vez se redondea.
Estratificación del viento
expoliada del continente,
como sacado del sentimiento
va segregada en mi mente.
Cual color no definido
en un soplo escogido,
te has quedado deprimido
como la claridad detenido.
ALISO CINCUENTIDOS
Diseñando la gloria verde
cual pintadas golondrinas de amor,
se lanzaban galanteos de la tarde
a la dulcemente recostada flor.
Vagamente descolorida de azul
se arrodillaba tímidamente de cielo,
y en la línea crepuscular del sur
quedaban tantas rosas tiradas de hielo.
Hacia arriba algunas luces encendidas
a sus costados cayeron de sonrisas,
mientras las sombras inclinadas
avanzan musitando tan doloridas.
Sin atreverse a mirar a oscuras
corrían los vientos por las calles,
derribándose de gris a ocultas
se morían los tejados en las noches.
Lima, 08 de Abril del 2000.
ALISO CINCUENTITRES
Era grito débil de aliento
el cosquilleo de la mañana,
sentía llegar el tormento
colgados del aire se quedaba.
El eco de peña parado se retorcía
la poca claridad parecía dormida,
si había alguna curiosidad del día
era todo un solo plato de comida.
El cuerpo de la tarde escondida
como un corazón deshecho,
el día de sabor desabrida
se recostaba en su pálido lecho.
La transpirada tarde en declive
resbalada allá se quedaba,
a penas una sombra del paisaje
se encogía sola entre abierta.
Lima, 09 de Abril del 2000.
ALISO CINCUENTICUATRO
He sostenido con mis ojos
el peso violeta del tiempo,
sobre una poesía de a lejos
inquietado en el universo.
En tus praderas inciertas
serenos espacios probados,
inspiraciones marginadas
se alejan todos medio parados.
He percibido un vivo deseo
que regaban todas las rosas,
y un apagado hormigueo
congregó a todos en sus casas.
Ese lento roce de esperanza
poco a poco se esfumaba,
empujándome a la danza
sujetado silencio se descolgaba.
Viento coloreado de azul verde
púrpura inclinada de poca esfera,
mirada abajo que de sol oscurece
como sombra de una vieja espera.
Puse mis manos en el dulce cielo
en posición torcida de corazón,
y enmudecido disuelto en riego
quieto se fue al costado de la razón.
Lima, Lunes 10 de Abril del 2000.
F I N